Blog: Callar duele más
El silencio también duele. El nuestro y el de otros, el que sentimos en nuestra propia carne y el que se cuela aunque algunos se empeñen en esconderlo o negarlo. Son rasgaduras intangibles que oprimen, asfixian y encasillan. Son marcas, remiendos y heridas.
Son realidades que existen aunque algunos prefieran esquivar la mirada, voltear el rostro en un vano intento por invisibilizar, borrar o ignorar aquello que nos incomoda, por colgar en la pared lo apremiante y postergar lo esencial. Frente a la indiferencia cada gesto se vuelve valioso y necesario y, ciertamente, callar duele más, pero el silencio no es una opción.